Escalada, miedo y testosterona

¿Sabíais que las mujeres también producen testosterona? A pesar de ser una hormona sexual masculina, requerida en la producción de esperma, y necesaria para la aparición de otras características secundarias masculinas como el vello facial, una voz grave y la musculatura; nosotras, las mujeres también la producimos en nuestros ovarios, y los científicos creen que la testosterona nos ayuda a mantener la fortaleza de nuestros músculos y huesos, y contribuye en nuestro deseo sexual o líbido.

Ahora bien, los hombres producen unas 20 veces más testosterona que las mujeres.

El psicólogo John T. Manning, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) dedicado al estudio de esta hormona y el comportamiento humano, realizó un experimento con un grupo de personas que concluyó de la siguiente forma:  las personas con altos niveles de testosterona realizaron negociaciones arriesgadas y se comprometieron menos con el prójimo. Este resultado es coincidente con las investigaciones sobre los efectos de la testosterona en los comportamientos competitivos, que sugieren que la testosterona incrementa la competitividad y la toma de riesgos.

Otro dato interesante, el Déficit de Testosterona se Relaciona con el Aumento de la Respuesta al Miedo, según datos de un estudio efectuado en ratas macho, en el cual se evaluó las consecuencias de la castración en la respuesta al miedo. Observaron que la disminución de los niveles circulantes de testosterona produjo un aumento de esta respuesta.

 

Estas evidencias científicas facilitan la comprensión de porqué las mujeres y los hombres viven de forma diferente el miedo en la escalada. Los escaladores hombres piensan que “ellas son más miedosas”, “arriesgan menos” y “se rinden antes en las vías duras”, aunque también reconocen que hay excepciones.

Nos moleste o no reconocerlo (a las mujeres), ésta es una realidad que observamos cada día en las paredes. Por mi parte estoy de acuerdo con estas afirmaciones, no sólo por mi propia observación como escaladora amateur, en los círculos en los que me muevo, sino tras trabajar con múltiples escaladores (hombres y mujeres) en el plano mental, e impartir 2 cursos de gestión del miedo en escalada, en los que por casualidad el primero fue sólo con mujeres y el segundo sólo con hombres.

Ahora bien, escaladores y escaladoras, ¿qué interpretación podemos hacer de estos datos? Lo fundamental es que estas evidencias científicas nos pueden ayudar a aceptar más tranquilamente que hombres y mujeres tenemos diferentes puntos de partida, ya no sólo en cuanto a nuestras capacidades físicas previas, sino también en cuanto a nuestra respuesta emocional de miedo y al hecho de que también tenemos menor espíritu competitivo que ellos.  (En general esto se observa en todos los deportes).

Algunas de vosotras o vosotros, tras leer esto estaréis pensando que entonces, ¿por qué hay escaladoras que no tienen miedo y sí son competitivas y arriesgan todo, y escaladores que no progresan debido al miedo? La diferencia está en el nivel de testosterona al que estuvieron expuestos tanto ellos como ellas en el periodo prenatal.

Para conocer los niveles de testosterona a los que fuimos expuestos en el vientre materno, la clave está en la diferencia entre la longitud del dedo índice y el anular. Cuánta mayor diferencia exista de altura entre éstos (siendo el anular el más alto), mayores niveles de testosterona poseeremos. Si una mujer tiene el dedo índice más corto que el anular, evidencia haber estado expuesta a más testosterona en el vientre materno, provocando que sea menos femenina en su comportamiento.

En la escalada, serán mujeres que arriesgarán más en las vías de su grado límite, tendrán menos miedo a volar y también serán más competitivas (consigo mismas) que muchas de sus compañeras.

Quiero señalar que lo más importante de todo este hallazgo, desconocido para mí hasta hace poco, es que nos permite comprender, una vez más, que hombres y mujeres somos diferentes y que la igualdad que perseguimos pasa por otros avatares (derechos, reparto de tareas, oportunidades, etc.).

No tenemos por qué frustrarnos comparándonos con ellos (en relación al “miedo en la escalada”), ni dejar que ellos nos menosprecien por estas diferencias.

Le propongo a los “chicos” que sean más tolerantes con sus amigas y parejas escaladoras, evitando caer en críticas duras (como las oímos todos los fines de semana escalando) que minan la auto-confianza de ellas, agravando la situación.

Y les propongo a las “chicas” que primero acepten sus miedos, sin juzgarse por tenerlos, ya que hasta que no aceptas algo no puedes superarlo (paradójico, ¿verdad?, así es la mente humana). Luego de aceptarlos, ¡¡¡ir a por ellos!!! Ganarles terreno poco a poco, porque cada vez que afrontamos un miedo y lo empequeñecemos, en la escalada, o en la vida, aumentamos nuestra seguridad en nosotras mismas y nuestra independencia emocional y vital.

Espero que estas reflexiones hayan sido de vuestro interés.

Buena semana!